Por fin cubiertos de polvo pusimos pié en tierra, pasamos por la carrera de las baquetas a que someten los curiosos, y sobre todo las curiosas, a todo recién llegado, sufrimos la embestida de las mujeres que acuden a pedir los equipajes y, una vez recogidos estos, nos encaminamos por la carretera hacia Carril teniendo el tropiezo de siempre, el del guardia de consumos que cree que los bañistas traen, sin duda, sus baúles de ropa henchidos de jamones y otros comestibles... A mi me parece que a Carril lo que le conviene es atraer bañistas y no rechazarles con obstáculos y que el Municipio obra muy mal consintiendo que al que viene a gastar aquí su dinero se le moleste en lo más mínimo por cosas que en último caso significarían muy poco.

La célebre poza está aún sin rellenar gracias a la incuria del Gobierno que se ha incautado de ella, impidiendo la construcción de la pescadería cubierta que en ella se proyectaba hacer por el pueblo, pero en cambio la calle Luchana y, sobre todo, la de la Aduana, cuyas puntiagudas rocas en estado natural eran un peligro constante para el que las recorría, son hoy las mejores calles de Carril por lo bien compuestas y allandas, gracias a la actividad del Teniente de Alcalde Sr. Gorordo. A él se deben también los elegantes bancos de hierro que se han colocado en el puerto para comodidad de los bañistas. Mucho le agradecerían estos los aumentase con otros colocados delante de la Aduana, donde por la mañana la sombra, el fresco y el espectáculo de la carga y descarga serían un nuevo aliciente.
Si las citadas reformas las completase el ayuntamiento con el arreglo de la calle del Carmen, la de Cervantes y sobre todo la peligrosísima subida a la escuela pública, Carril ganaría muchísimo y más adelante podría intentarse la construcción de un paseo que, subiendo por suaves pendientes hasta la cumbre del cerro que domina la iglesia, proporcionaría un bellísimo punto de vista al observador que desde él contemplara la ría...
Al recorrer las calles del pueblo nuestra primera visita fue para el simpático consignatario D. Ricardo Caamaño, en lo cual no hicimos más que imitar a los demás bañistas santiagueses. El despacho de dicho señor siempre está lleno de visitas, no sólo de los que de fuera venimos, sino de todos los capitanes mercantes que tocan con sus buques en el puerto y de los principales vecinos del pueblo, atraídos por su agradable trato, genial franqueza y alegría constante.
Es pues el sitio donde en Carril se pasan ratos deliciosos, de amena conversación, donde se traba conocimiento con forasteros y naturales del pueblo y donde se leen más periódicos que en el mismísimo Casino.
La Aduana de Carril sigue en el mismo brillante estado en que la encontramos en otros años. Sus empleados por complacer al comercio trabajan en horas y días extraordinarios. Sigue al frente de ella D. Antonio Garcés, persona de trato agradabilísimo, presidente del Casino y que, el día que salga de Carril por las vicisitudes de su carrera, será para este pueblo irreemplazable. Este año no hemos podido saludar en la Aduana a nuestros buenos amigos D. Emilio Campos y al alférez de Carabineros D. Norberto Calzada, pero en cambio hemos adquirido la amistad de los señores D. Jacinto Soler y D. Joaquín Serrano, que respectivamente les han sustituido y que son de tan agradable trato como los anteriores.
Los restantes habitantes de la buena sociedad de Carril, y entre ellos la familia del Sr. Buhígas, alcalde de la población, la de los señores Carrasco, Guillán, Bravo García y otras varias se complacen siempre en obsequiar a los forasteros con exquisita amabilidad.
No han faltado este año diversiones en Carril; además de los bailes que el Casino da los jueves y domingos, donde acude lo más selecto de la sociedad carrilense y forasteros, hemos tenido dos veces a la semana funciones en el teatro por la compañía Comerma, un concierto por los jóvenes que forman la Orquesta de la Sociedad Económica de Santiago... La galante sociedad Casino de Carril, que se complace en invitar a todo forastero que aquí llega, en los tres años que lleva de existencia, ha decorado sus salones y mejorado los muebles y servicio otras tantas veces. Los jueves y domingos, por lo menos, da bailes concurridísimos, viéndose en ellos la expansión y franqueza que no está reñida con la más exquisita educación. El señor Garcés, su presidente, no descansa en darle vida y pronto el Casino de Carril será el punto de reunión más agradable de todas las rías bajas.
La función de la Virgen de Cortegada ha llamado la atención este año. varios jóvenes de buen humor, santiagueses y carrileños, determinaron hacerla en la misma isla donde está la ermita y con este motivo concurrieron a ella innumerables familias no sólo de Carril, que quedó despoblado, sino de Villagarcía, La Puebla, Rianjo y demás pueblos de la ría, juntamente con un gran número de familias santiaguesas... También se verificaron animadísimas regatas, en las cuales el premio fue ganado por el bote a remos que tripulaban los simpáticos Eduardo Caamaño, Jacobo Franco, Antonio Alemparte, Andrés Castromán y el bizarro teniente de infantería D. Ramón Carrasco, que hacía de timonel...
Para el año próximo posible es cuente Carril con una orquesta propia pues hemos visto los anuncios invitando a los jóvenes que la han de formar y sabemos que el incansable Sr. Gorordo ha encontrado un acreditado profesor que se pondrá al frente de ella.
El número de forasteros que este año ha veraneado en Carril nos ha parecido algo menor que el de años anteriores y a fe que hacen mal en ello pues Carril, sin las pretensiones de Villagarcía, les ofrece sobre todo agradable frescura, pues situado en una península está más batido por las brisas y puede estarse en el muelle sin que moleste el sol aún en los días de mayor calor. A pesar de todo y entre otras muchas familias desconocidas, hemos visto a los catedráticos de la Universidad de Santiago Gil Villanueva y Canales, con sus distinguidísimas familias, a la familia madrileña del Sr. Urbina, empelado del Ministerio de Fomento, a la respetable madre del Sr. Vincenti, a la simpática familia del Sr. Boedo, de Coruña, a la del médico y literato Sr. Barcia Caballero, a la del Sr. Cadarso, juez de primera instancia de La Estrada, a la familia de nuestro amigo Francisco Salgado y otras muchas que sería prolijo enumerar.
Hemos quedado agradablemente sorprendidos al ver surcar las aguas de la ría al pequeño vapor construido en la fábrica de fundición del laborioso Sr. Alemparte y la pruieba que dio de la bondad de su máquina el día de la función de Cortegada, transportando infinidad de familias y remolcando además botes atestados de gente. La otra fábrica de fundición con que el pueblo cuenta, y que hasta aquí estuvo dirigida por el Sr. Halpin y hoy por el Sr. Sewell, se encuentra tmabién en brillantísimo estado y adelanta en la fabricación día a día pudiendo competir en sus trabajos con las mejores del extranjero....
GACETA DE GALICIA. Santiago de Compostela, 21 de octubre de 1886.
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