Fundación Andrés Fernández

Andrés Fernández García era un empresario carrileño, hijo de Angustia García y Juan Ignacio Fernández. Su madre era carrileña, su padre natural de Ribeira. Estuvo casado con Manuela do Porto Noguerol. Falleció el 26 de septiembre de 1851. Diez años antes había sido alcalde del ayuntamiento carrileño.

Concurso para la provisión de médico
 en la Fundación Fernández. 1901
A la altura del año 1847 Andrés Fernández es un hombre solo. Había quedado viudo y no tenía hijos. La enfermedad lo tenía imposibilitado. La afección en su pierna izquierda lo mantenía la mayor parte del tiempo en cama desde hacia ya algunos años. Le asistían en su casa dos criados, María Carou y José Manuel García.

Andrés Fernández era un hombre hecho así mismo. en su testamento lo dice, "no heredé de mis padres ninguna fortuna". Sin embargo el capital acumulado a lo largo de su vida no fue pequeño. En el momento en que redacta su testamento es poseedor de numerosos bienes raíces. Era dueño de la Huerta de la Fuente, por la que percibía una renta de sesenta ferrados de maíz, y era dueño de inmuebles como la vivienda y huerta en la calle de San Roque y el edificio que albergaba el ayuntamiento. En su casa guardaba cincuenta y cinco mil reales.

El grueso de su actividad empresarial se relacionaba con el comercio marítimo. Era co-propietario de diversos barcos que hacían la travesía a Montevideo, Buenos Aires, Guayaquil y otros puertos de Sudamérica. Poseía la cuarta parte del buque Peregrina, la sexta del Centinela y la séptima de la corbeta Unión.

Además de estos, Andrés Fernández participaba de la propiedad de otros barcos que se dedicaban al comercio peninsular y comarcal. Poseía la cuarta parte del Ramoncito, la cuarta parte del quechemarín Mauro y la mitad del galeón Meco. Era propietario de la mitad del bergantín goleta Hortelano, cuyo capitán era Antonio Somoza; la quinta parte de la polacra Anita, capitaneada por Juan José Echevarría; la octava parte del queche Pepita y la mitad del quechemarín San Fidel, cuya otra mitad pertenecía a José Benito Abalo.

Entre sus actividades comerciales destacaba la exportación de maíz. En el momento de la firma de su testamento había embarcado mas de seiscientos ferrados en el bergantín goleta Carmen, su capitán era Andrés Trillo y Díaz, y mil en el bergantìn Dos Hermanos, al mando de  Manuel Ferreirós. Además ejercía labores de prestamista, otorgando crédito en favor de entidades tanto públicas como privadas.

En su testamento de fecha de 29 de mayo de 1847, Andrés Fernández establece quienes son sus herederos. Son sus parientes más próximos, nietos de sus tíos, los beneficiarios. Algunos de ellos son los hermanos García Señoráns: Roque, Jacobo, José, Antonia, Andrea y María, hijos de su tía Francisca García, casada con José García Señoráns. De entre todos los herederos beneficia de manera especial a José García, hijo de su tío Rafael, a quién lega el agro "llamado de Fuente Santa" además de "otros retales de terreno en la Isla de Cortegada".

Anuncio de subasta de bienes, fincas,
de la Fundación Fernández. 1904
A la iglesia lega un palio para "el culto del Santísimo" y un paño funeral para los oficios de este tipo a cambio del pago de ocho reales que se han de emplear en dos misas por su alma.

Para el cumplimiento de su testamento nombra Andrés Fernández cuatro albaceas. Uno es José Lorenzo de la Fuente y Feijóo, abogado de los "tribunales nacionales" y vecino de Carril. De aquí también eran los otros albaceas, su tío José García Señoráns,  Julián García y Roque Bugallo.

De todas las mandas testamentarias especial atención debían poner sus albaceas en aquella que hablaba de la fundación que beneficiaría a todos los vecinos de Carril.
Se trataba de dotar a la villa de "elementos principales que debe tener toda población y de que desgraciadamente tanto carece esta". Hablaba de una escuela y del servicio médico que en aquel momento no había. El capital necesario para el mantenimiento de uno y otro servicio los estima Andrés Fernández en cuatrocientos ducados para la Escuela y seiscientos para el médico cirujano. Para la escuela el fundador fija "la casa que tengo en la calle que va a San Roque, la cual desde ahora y para siempre dejo para la enseñanza y habitación del Maestro... con todo el terreno de la entrada del portal hasta el madarrón que estaba subiendo al hórreo antiguo....."

Para la gestión de los fondos y los bienes que se asignaban a la fundación establece Andrés Fernández un patronato compuesto de particulares y representantes públicos. Serían los miembros del ayuntamiento carrileño e igual número y uno más de individuos mayores contribuyentes los "encargados de vigilar el cumplimiento de los deberes" del maestro y el médico. A este patronato le fijaba el fundador las normas que habían de seguir para la selección de uno y otro.

Fallece Andrés Fernández en el año 1851. Es a sus albaceas, principalmente a José Lorenzo de la Fuente Feijóo, a quienes corresponde hacer cumplir la voluntad del difunto. Se instituye la escuela, para niños y para niñas, en la que se siguen las indicaciones del fundador sobre el contenido de las enseñanzas allí impartidas, según el sexo de los alumnos. También se puso en marcha el servicio médico.

El tiempo pasa, los nombrados albaceas fallecen y la gestión que hace el patronato de la fundación de aquellos bienes van mermando el capital con que sostener la actividad benéfica. Cincuenta y tres años más tarde tan solo se sostenía el servicio médico, el  inventario de los bienes de Andrés Fernández estaba sin hacer,y  nunca se rindió cuentas de la administración de aquellos bienes. El interés particular de unos, los herederos de Fernández, plantearon pleito para conseguir el disfrute de todos los bienes. La administración provincial de beneficencia, en quién recayó finalmente la fundación, procedió a la venta de varios bienes para hacer frente a las obligaciones de la misma. A principios del siglo XX, el ayuntamiento, con su alcalde Ramón de la Fuente Abalo al frente, pretende recuperar la institución. Todo el proceso de anexión al ayuntamiento de Vilagarcía paraliza el intento. La fundación se convierte en un argumento en contra de la anexión. Esta se lleva a cabo y nunca más se sabe  hasta el año 1980, cuando las instalaciones de la escuela se utilizan para la construcción de la casa de cultura local. Nunca se llevo a cabo un inventario exhaustivo. En el catastro siguen apareciendo fincas que tienen a la Fundación Fernández como propietaria. Algunas están incluidas en el monte comunal de parroquias próximas, a la espera de que la Xunta de Galicia, tutora de la fundación, las reclame.

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