La guerra del berberecho

La actual organización de la explotación marisquera parece que es desde siempre. Las diversas concesiones de explotación, colectivas o individuales, ordenan una actividad distribuida en bancos y localidades. No siempre fue así. La situación actual es resultado de un largo proceso de inestabilidad e inseguridad que solo, con el nacimiento de la autonomía, conoció una ordenación pacífica y estable.

En ese proceso, la década de los años setenta fue clave. En el centro del debate sobre el futuro de la actividad marisquera se encontraba Carril y sus viveros.

La presión sobre la extracción de marisco, berberecho fundamentalmente, se explica en muy buena medida por la evolución de los precios. Cada dos años el precio del cajón de berberecho, cincuenta kilos, se duplicaba. En 1972 el precio era, vendido en los muelles, de 1900 pesetas el cajón. Al final de esa década, en 1979, alcanzaba ya las 8000.

De esa época son las imágenes de un Carril lleno de "mariscadores" procedentes de los más diversos puertos gallegos para ir a faenar a los Lombos del Ulla. Desde Ribadeo, desde la ría coruñesa, desde Noia, desde la ría de Vigo y, por supuesto, de toda la Ría de Arosa, venía gente con sus barcos cargados en camiones que atracaban en la dársena vieja carrileña. Los camiones y los barcos de compradores llenaban el puerto de Carril. Se calcula que dos mil eran las personas que faenaban desde aquí en el mes de octubre, con la apertura de la veda.

En aquel momento, el debate de fondo era si la actividad marisquera era una actividad "libre" o  una actividad profesionalizada. En el mes de octubre, los trabajadores de la RENFE pedían sus vacaciones y se dedicaban a ir a faenar a los lombos. Cualquiera que fuera su actividad marinera, desde los pueblos de la Ría reservaban ese mes para el marisqueo. Por contra, los viveros de Carril representaban una actividad profesionalizada y un trabajo continuo durante todo el año. Uno y otro modelo chocarán a lo largo de la década de los setenta, a veces con caracteres violentos.

En el año 1972 diversas cofradías obtienen concesiones para la explotación marisquera. La Cofradía de Noia obtiene una concesión para ser trabajada por sus asociados. Las protestas de los de Rianxo no se hacen esperar. La libertad de ir a faenar con la apertura de la veda a Noia se veía limitada. Aquella concesión queda en nada.

En Carril el conflicto surge con la concesión de A Fangueira a la Cofradía. Los inicios de una explotación colectiva del mar se ven frustrados por la oposición de las "mariscadoras" de Bamio. A finales de septiembre de 1973, a las puertas de la apertura de la veda, un grupo de mujeres derriba los postes que señalaban los límites de la concesión carrilexa. Al año siguiente se repiten los hechos . En Vilagarcía se manifiestan las de Bamio y son recibidas por el Alcalde.

En 1975 es en Cambados donde se producen las protestas ante una concesión en la Playa de Serrido. Quién mejor resume las pretensiones de los contrarios a las concesiones de explotación son las llamadas Comisións Mariñeiras con Maruxa Rey al frente. Abogan por un mar libre.

El año 1977 fue sin duda el año más duro. Los enfrentamientos entre Carril y Rianxo fueron permanentes. El alza de los precios del berberecho provocaba una intensa actividad furtiva de extracción en el momento de veda. La Cofradía de Rianxo estrecha la vigilancia en los Lombos del Ulla. Los enfrentamientos con los furtivos no se hacen esperar. Las protestas de los de Rianxo se suceden, piden la dimisión del Comandante de Marina, encargado entonces de la gestión de los asuntos pesqueros.

Los de Rianxo acusan directamente a los de Carril de esquilmar los bancos naturales con su actividad furtiva. La Cofradía de Carril se defiende. Señala que la actividad furtiva se da en todos los puertos y propone que la vigilancia se extienda  a toda la Ría y que se incluya todo tipo de pesca. El Patrón Mayor de entonces, Manuel García López, acierta al señalar que el problema de fondo es la ausencia de un programa que ordene el sector pesquero en toda la Ría.

Los enfrentamientos se suceden. La Vigilancia de Rianxo captura una gamela y se niegan a devolverla. Un buque de la Armada se acerca a Rianxo.

A finales del mes de agosto de 1977 los enfrentamientos se hacen más graves. Persiguiendo a furtivos de Cambados y Corbillón, los vigilantes rianxeiros agreden a un matrimonio que faenaba en su vivero detrás de Cortegada. Acto seguido se dirigen a la Comandancia de Vilagarcía para protestar contra el furtivismo. Desde Carril también sale gente a la misma Comandancia para protestar por la agresión. Allí se encuentran y se enfrentan delante de la misma autoridad militar.

Los de Rianxo se ven obligados a refugiarse en la Comandancia y ven como su lancha es secuestrada y, a rastras, es llevada hasta Carril por tierra. Una fragata de la Armada sale de Marín y fondea en la ría para imponer orden.

Las autoridades intentan mediar entre las dos villas y pacificar los ánimos. Los patrones mayores de toda la ría se reúnen para poner un mínimo de orden en la actividad marisquera. El Coro Alento Xoven de Carril canta la misa de la Guadalupe de Rianxo. Por mediación del diputado J. Antonio Gago Lorenzo se realiza una comida de confraternidad entre los cabildos de Rianxo y Carril.

Pese a los intentos pacificadores, no faltaron incidentes que buscaban mayores violencias. A primeros de octubre de ese mismo año, un total de treinta y dos embarcaciones son hundidas en la dársena carrileña. Un mes mas tarde Maruxa Rey y un grupo de seguidores se presenta en Carril haciendo alarde de su oposición a las concesiones marisqueras. El enfrentamiento violento con los de Carril hace que tengan que escapar.

En ese mismo mes se plantea la invasión de los parques de cultivo de Carril. Hasta once omnibus, llenos de gente dispuesta a faenar en el bao de Carril, son detenidos en Padrón. La Guardia Civil de Cambados, Vilagarcía, Vilanova, Valga y Pontevedra toma las calles carrileñas. Durante todo aquel domingo un guardia civil permaneció apostado cada diez metros en las calles principales.

La aprobación de la autonomía de Galicia cambio las cosas. Las cuestiones pesqueras y marisqueras ya no dependían de la Armada. Se crea una administración propia y cercana a los intereses de los mariscadores. La ordenación del sector se lleva a cabo en todas las rías. Hoy los problemas del sector, afortunadamente, son otros.

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