A finales del siglo XVIII la Corona española era aliada de la Francia napoleónica y enemiga de Inglaterra. Uno de los modos de hacer la guerra entonces era estorbar el comercio marítimo del enemigo. Los ingleses procuraban apresar los buques mercantes españoles y franceses. Estos últimos hacían lo mismo con la flota de los ingleses y sus aliados.
Para conseguir un mayor potencial bélico, en la Edad Moderna se inventa el Corso. No era otra cosa que la facultad que la Corona daba a los buques mercantes, la llamada Patente de Corso, para, armados con artillería y fusilería, atacar los barcos enemigos al tiempo que hacían el transporte ordinario de mercancía.
En 1799 el mar del Gofo de Vizcaya era una disputa permanente entre corsarios de uno y otro lado. Cualquier navío que se desviara del grupo de barcos que formaban convoy estaba expuesto a ser atacado por los ingleses. La presencia de estos corsarios en el entorno del Cabo Prior, de las Islas Sisargas, de Caión, o de la Ría de Vigo era cada vez más frecuente.
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Malharro Corsario La Argentina, c.1899, óleo s/cartón, 57x98cm. B. Naval Pto Belgrano |
Son los hombres de negocios los que asumen el corso como una actividad comercial más. El compostelano Ramón Pérez Santamarina era dueño de la fábrica de curtidos carrilexa y obtiene para su barco, el llamado Nuestra Señora de las Nieves, de treinta toneladas, la correspondiente patente de corso.
Para la dirección del buque firma un contrato con el capitán carrilexo Miguel Guisande en ese mismo año 1799. Apenas un cañón de hierro de calibre seis, con sus cien balas y cuatro quintales de pólvora, era suficiente para abordar los barcos que cruzaban por la boca de la ría.
Miguel de Andrés Rueda, Juan Santamarina, Juan Fernández, Manuel de la Riva Moreno y Francisco Rial son empresarios que también hacen que sus barcos se dediquen al corso. La base de estos buques es Carril y sus capitanes, además de Guisande, son Francisco Gómez, Andrés Aitovengoechea, Marcos Vaamonde y Francisco Lojo.
Además de Nuestra Señora de las Nieves, los barcos dedicados al corso eran el San Josè, de veinticinco toneladas, el Nuestra Señora de los Dolores y el San Francisco de Asis. A veces los barcos adoptaban nombres supuestos que enmascararan su identidad. Es el caso de este ultimo, el San Francisco de Asís que, para su actividad corsaria, adopta el nombre de Perro de Presa.
Eso sí, con todos los respetiños (faltaría más), pero también con sinceridad y realismo, puedo afirmar que hoy los corsarios de la ría van en lanchas azules con el escudo de GALICIA en el costado.Dios nos guarde de ellos.
ResponderEliminarY en todas las carreteras abundan los bandoleros. Vestidos de verde. Dios nos guarde también dellos.
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