A finales del siglo XVIII la Corona española era aliada de la Francia napoleónica y enemiga de Inglaterra. Uno de los modos de hacer la guerra entonces era estorbar el comercio marítimo del enemigo. Los ingleses procuraban apresar los buques mercantes españoles y franceses. Estos últimos hacían lo mismo con la flota de los ingleses y sus aliados.
Para conseguir un mayor potencial bélico, en la Edad Moderna se inventa el Corso. No era otra cosa que la facultad que la Corona daba a los buques mercantes, la llamada Patente de Corso, para, armados con artillería y fusilería, atacar los barcos enemigos al tiempo que hacían el transporte ordinario de mercancía.
En 1799 el mar del Gofo de Vizcaya era una disputa permanente entre corsarios de uno y otro lado. Cualquier navío que se desviara del grupo de barcos que formaban convoy estaba expuesto a ser atacado por los ingleses. La presencia de estos corsarios en el entorno del Cabo Prior, de las Islas Sisargas, de Caión, o de la Ría de Vigo era cada vez más frecuente.
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Malharro Corsario La Argentina, c.1899, óleo s/cartón, 57x98cm. B. Naval Pto Belgrano |