martes, 22 de outubro de 2019

El bergantín San Nicolás de Bari

Miguel Guisande era un capitán de barco de Carril. En el año 1803 capitaneaba el bergantín San Nicolás de Bari, propiedad del comerciante compostelano Ramón Pérez de Santamarina, dueño también de la fábrica de curtidos en lo que  hoy llamamos Jardín de Artime.

Además de Miguel Guisande, la tripulación de aquel barco la componían siete hombres más. Entre ellos estaban su hermano, Juan Antonio Guisande, y Benito Deán y Eugenio Abelenda, los tres también de Carril.

El 25 de marzo de 1803, el bergantín sale del puerto de Barcelona. Allí había cargado papel, aguardiente y vino con destino a los puertos de A Coruña y Ferrol.

El barco, bien carenado, estanco de quilla y costados, armado, y provisto de todo lo necesario, emprende su viaje con buen viento. El día 3 de abril, con el Peñón de Gibraltar a la vista, padece vientos contrarios y se ve obligado a buscar un puerto de abrigo. Se refugia en Málaga y vuelve a la mar dos días más tarde.

Pasó el Estrecho de Gibraltar y el día 7 un viento del norte, contrario a su navegación, con mar gruesa y alborotada, hace dificultoso el viaje. El día 28  se vio obligado otra vez a buscar abrigo. Ahora es el puerto de Cascais donde fondea a la espera de mejores condiciones. No es hasta el día 8 de mayo cuando, con viento bonancible, reinicia el viaje.


El día 11 las condiciones del mar vuelven a ser duras. Retorna el viento del norte contrario. El barco sufre grandes trabajos hasta que, cuarenta leguas al oeste de Porto, se rompe la mayor. Se puso a capear con el trinquete hasta el día 24, cuando "eran tan grandes las olas que pasaban sobre cubierta de una a otra parte del buque y de proa a popa". El barco navega "dándole a la bomba continuamente para achicar el agua". En medio salía mucho vino mezclado, señal de alguna avería en la carga.

En las misma condiciones navegó Guisande buscando el puerto de destino.  No es hasta el día 2 de junio cuando logra anclar y amarrar su barco en la bahía coruñesa. Muy pronto busca, ya en tierra, hacer su protesta por avería de mar. Los desperfectos en la carga transportada se debían al mal tiempo y a los temporales. Así lo testificaban los marineros carrilexos antes mencionados. Habían pasado tres meses desde su partida desde Barcelona.



1 comentario:

  1. Precioso artículo. Creo que es muy válido para ser conscientes de la relatividad del tiempo histórico. Para llevar un poco papel,vino y caña de Barna a La Coruña se tiran tres meses de dura navegación costera. ¿Qué supondría esto hoy en día? Precisamente, esta semana pasada visité el Museo Naval de Madrid, que desgraciadamente estaba cerrado por reformas, a excepción de una exposición temporal con motivo del quinientos aniversario de la primera circunnavegacion. "Fuimos los primeros" es su título, y en ella se describen las penurias y avatares increibles por los que pasaron los más de doscientos cuarenta hombres que comenzaron la empresa en las cinco naves, de las que tan sólo una, la "Victoria", a mando de Juan Sebastián Elcano, conseguiría arribar a puerto tres años después,acompañado tan sólo de diecisiete tripulantes de diversas nacionalidades y regiones, entre los que se encontraba el gallego Diego Carmona, lo que nos da una idea del grado de retroceso en el que nos hallamos actualmente en asuntos de nacionalismos. En fin, que al detenernos a pensar en esas hazañas, qué extraño resulta comprar papel, vino o aguardiente, así como ver la noticia del primer vuelo de prueba de veinte horas sin escala, recorriendo la mitad del globo. No, los tiempos históricos no son equiparables. Debemos interpretar al ser humano en su contexto histórico coetáneo.

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