xoves, 7 de abril de 2016

"La Barcelona chiquita de Galicia"

Nos primeiros meses de 1932 o municipio de Vilagarcía vive un duro conflicto laboral. O reparto da carga de traballo no porto abre a porta a unha folga que durará varias semanas. Os incidentes se sucederon. O entorno de Carril foi escenario principal do conflicto. A presencia da Sociedade de Agricultores de Trabanca Sardiñeira, o Sindicato da Madeira nas distintas serrerías ou o Sindicato de Estibadores de Carril facía desta a zona sindicalmente máis activa do municipio. Todos estes sindicatos formaban parte da CNT, o sindicato libertario. O seu órgano de prensa, SOLIDARIDAD OBRERA, editado na Coruña, comentaba así, o 16 de abril de 1932, a represión sobre os folguistas:

 “la Barcelona chiquita de Galicia es Carril. En este rinconcito de la ría arosana hay hombres: hombres que sufren todos los calvarios, todos los apaleamientos, todas las torturas y, aún llenos de cardenales, sangrando, como sangraba el Jesús de la leyenda cuando le colocaron la corona de espinas, saben gritar: ¡Viva la Confederación Nacional del Trabajo!”.

 …los marineros de Carril, estos héroes de esta jornada sangrienta, trabajan los unos en los buques, los otros en los viveros, confiados en establecer puestos de venta en las grandes capitales, cuyo producto será enviado por grupos que trabajarán colectivamente para acabar con el intermediario que se lleva la mayor parte de la ganancia”.

Nosotros hablamos con los atropellados, con los que tienen sobre sus espaldas los cardenales dados por los cosacos. Uno de ellos, el compañero Manuel Araujo, nos relataba lleno de indignación como le trataran. Para los apaleamientos se sirvieron de los calabozos del Ayuntamiento de Villagarcía. Bofetones, patadas y ensañamiento con las porras. Y como Araujo era duro, uno de los cosacos gritaba: No lloras, cabrón, hijo de puta…

Casaritos puede estar satisfecho de sus discípulos, de estos nuevos arcángeles del casco. Lo mismo habrá de suceder al ex gobernador de Pontevedra, al ciudadano Insua, bajo cuyo mando pasaron las hordas de los cosacos,… Hay otro atropellado. Jesús Berride a quién para mayor ensañamiento, hicieron quitar la ropa y, desnudo como si fuese un mártir de un nuevo Gólgota, apalearon cobardemente. Pero no pararon ahí: hasta una infeliz anciana, una mujer de ochenta y seis años, llamada Juana Búa, fue víctima de las iras de los cosacos (…) Que aprieten. Que martiricen. Que fusilen. Que asesinen. Y todo en nombre de una República laica y de trabajadores,…

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